Un destello de Luz, un instante de comprensión que ilumina mi corazón despertándolo a una nueva conciencia, arrebatándolo hasta elevarlo por encima de lo banal, permitiéndome contemplar el bello trazo de un laberinto que se despliega ante mis pies. Una imagen arquetípica que irremediablemente me absorbe y me impulsa a querer recorrerlo hasta su centro. Tras cada paso un silencio, un vacío del que emerge la energía necesaria para iniciar el siguiente. En cada nueva encrucijada, un dulce murmullo me susurra la justa dirección. Confío en él. Atenta a sus indicaciones, consigo alcanzar el centro. Contemplo como, al instante, desaparece el espacio y el tiempo en este centro que todo lo abarca; sólo luz y color en permanente movimiento. Mi corazón se turba ante la extraordinaria belleza de esta imagen y, sin tiempo de reacción, descubro que en ella me reconozco y me recuerdo. El sonido de una hermosa melodía se expande por todo el universo, celebrando la alegría del reencuentro, mientras me fundo, desaparezco y renazco en ella.